Así como Jesús descendió debajo de todo a fin de ascender por encima de todas las cosas, Él espera que sigamos Su ejemplo. Atados a Su yugo, cada uno de nosotros puede superar sus desafíos, no importa cuán difíciles sean.
De ser necesario, modificaremos la traducción. Si usted tiene alguna sugerencia, por favor escríbanos a speeches.spa@byu.edu
Con la Navidad a solo una quincena de distancia, los pensamientos se vuelven a nuestros hogares y a nuestras familias. La hermana Nelson y yo disfrutamos de muchas tradiciones navideñas. En nuestra repisa sobre la chimenea tenemos una pequeña fotografía enmarcada de cada miembro de la familia. Con diez hijos, sus cónyuges y 54 nietos, eso es una gran cantidad de fotos. Hemos estado haciendo esto por tanto tiempo que la mayoría de las fotografías ya no están al día. Los niños siempre se apresuran a encontrar sus propias fotos entre tantas.
También admiran la gran variedad de muñecas de la hermana Nelson, recolectadas de varios países de todo el mundo. Esas muñecas están colocadas entre las ramas de nuestro árbol de Navidad. Sus galletas, pasteles y dulces siempre tienen una gran demanda. Y nos encanta leer las Escrituras del relato de la Navidad con nuestra familia.
Entre todas nuestras diversas tradiciones navideñas, espero que nos centremos primero en el Señor Jesucristo. Tal como los magos lo adoraban, las personas sabias de hoy en día también lo adoran. En este devocional especial, muchos de ustedes han venido en espíritu de oración en sus corazones para aprender más acerca de nuestro Señor y Maestro por medio de uno de los Doce Apóstoles.
Conmemoramos Su humilde nacimiento en esta época del año, aunque sabemos que no ocurrió en diciembre, sino lo más probable en abril. Las Escrituras declaran que Su madre, María, estaba desposada con José. Habían participado en la primera de las dos partes de una ceremonia de matrimonio judía. De hecho, su compromiso podría compararse con un compromiso en nuestra cultura, que es seguido más tarde por la segunda parte de una ceremonia de matrimonio.
En el relato de Lucas se registra la aparición del ángel Gabriel a María cuando se le informó de su futuro favorecido. En el capítulo 1 leemos:
“¡Salve, muy favorecida!… bendita tú entre las mujeres….
“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
“Y he aquí, concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás Su nombre JESÚS.
“Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo”1.
Dios es el Altísimo. Jesús sería el Hijo del Altísimo.
“Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? Porque no conozco varón”2.
Ella sabía de su condición virginal.
“Y respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que va a nacer será llamado Hijo de Dios”3.
Antes de que José y María se reunieran, ella estaba esperando a ese santo niño. José deseaba proteger la privacidad de María4, con la esperanza de evitar el castigo dado a una mujer embarazada sin un matrimonio completado. Mientras meditaba en estas cosas, el ángel Gabriel se apareció a José, diciendo:
“José, hijo de David, no temas recibir a María, tu desposada, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.
“Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”5.
María y José no necesitaban que se les enseñara el profundo significado del nombre Jesús. La raíz hebrea de la que se deriva, Yehoshua o Jehosua, significa “Jehová salva”. Por lo tanto, la misión de Jehová, que pronto se llamaría Jesús, fue la salvación, y Su destino supremo era llegar a ser el Salvador del mundo.
Vayamos al Libro de Mormón para ver el diálogo que Nefi tuvo con un ángel, tal como se registra en 1 Nefi 11:
El ángel preguntó: “¿Comprendes la condescendencia de Dios?”6
Nefi respondió: “Sé que ama a sus hijos; sin embargo, no sé el significado de todas las cosas.
“Y me dijo: He aquí, la virgen que tú ves es la madre del Hijo de Dios, según la carne.
“. . . Y aconteció que vi que fue llevada en el Espíritu; y después que hubo sido llevada en el Espíritu por cierto espacio de tiempo, me habló el ángel, diciendo: ¡Mira!
“Y miré, y vi de nuevo a la virgen llevando a un niño en sus brazos.
“Y el ángel me dijo: ¡He aquí, el Cordero de Dios, sí, el Hijo del Padre Eterno!”7
Ahora vayamos al segundo capítulo de Lucas, la tierna y familiar historia que leemos en Navidad:
“Y aconteció en aquellos días que salió un edicto de parte de Augusto César, que toda la tierra fuese empadronada”8.
Esto era en realidad un impuesto de capitación, un censo, una inscripción, un registro de la ciudadanía del imperio romano. Herodes tomó la decisión de que las personas debían ser contadas en la tierra de sus antepasados. María y José, que en aquel tiempo vivían en Nazaret, tuvieron que viajar hacia el sur, a la ciudad de David, una distancia de aproximadamente 145 km. Tal vez viajaron aún más lejos para evitar la hostil provincia intermedia de Samaria. Es muy probable que hayan viajado con parientes que igualmente fueron convocados a la tierra de sus antepasados. Sin duda, ese difícil viaje se hizo con sus animales, tales como perros y burros. Probablemente acamparon varias noches, ya que se requerirían tres o cuatro días para completar ese viaje.
En el versículo 7 leemos: “Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón”9.
Hagamos una pausa para meditar sobre este versículo. Tenemos que ser conscientes de la cultura de aquella época y región, y aprender una palabra del texto griego original. En el Nuevo Testamento griego, la raíz de la cual se tradujo mesón es kataluma. No tenemos una palabra equivalente en el idioma español. El prefijo griego kata-(o cata-) significa “abajo” refiriéndose a una época o lugar. Lo vemos en palabras en español como cataplasma, catástrofe y cataclismo. Cuando kata se une a luma, la palabra significa un lugar donde la gente “toma un descanso de su jornada”. Una kataluma era un aposento para invitados en un lugar de hospedaje.
En aquellos días, un mesón no era como un hotel moderno. Un lugar de hospedaje en esa parte de Asia tenía que proporcionar alojamiento para las caravanas que viajaban, incluso las personas y sus animales. Las caravanas se quedaban en lo que en aquel tiempo se conocía (y aún se conoce) como caravanera, o khan. En el diccionario se definen estos términos como una posada en los países orientales (o asiáticos).
Ese tipo de instalación tenía por lo general forma rectangular, en la que había un patio central para los animales rodeado de cubículos amurallados donde la gente descansaba. Esos cubículos permitían que los huéspedes estuvieran un poco más arriba que los animales, con portales abiertos para que los dueños pudieran vigilarlos.
En la Traducción de José Smith de Lucas 2:7 [en inglés] se indica que no había lugar para ellos en los “mesones”, lo que da a entender que todos los cubículos de la caravanera estaban ocupados. En el Nuevo Testamento griego, la palabra kataluma aparece solamente en otros dos pasajes,10 traducidos en cada caso no como “mesón”, sino como un “aposento”, lo cual se ajusta al concepto que hemos analizado.
Cuando era joven, cada vez que escuchaba esas palabras “no había lugar en el mesón”, suponía que los moteles locales tenían letreros que decían “Sin Vacantes” o que los posaderos eran inhospitalarios o incluso hostiles. Tal suposición probablemente esté lejos de lo correcto. Sin duda, la gente de aquella época era, como lo es hoy día, hospitalaria. Eso debe de haber sido así en particular en una época en la que la población normal de Jerusalén, y de la ciudad vecina de Belén, habría aumentado debido a los muchos familiares de los ciudadanos locales.
En una caravanera, se ponía a los animales en un lugar seguro en el rincón del patio para que pasaran la noche. En ese patio habría burros, perros, ovejas, posiblemente camellos y bueyes, junto con el excremento y los olores de todos esos animales. Debido a que los aposentos que rodeaban el patio estaban llenos, tal vez José tomó la decisión de atender el alumbramiento de María en el patio central de una caravanera, junto con todos los animales. Allí, en esa humilde circunstancia, nació el Cordero de Dios.
¿Por qué se hizo referencia dos veces en Lucas 2 que fue envuelto en pañales?11 ¿Qué significa la frase “lo envolvió en pañales”? Tengo la impresión de que su significado va más allá del uso de un simple pañal o manta para envolver al niño. En el texto griego del Nuevo Testamento, en vez de las cinco palabras que se usan en el texto en inglés para esa frase, se utiliza sólo una; esa palabra es sparganoo, un verbo que significa envolver al recién nacido con tiras de una tela especial, las cuales se pasaban de un lado al otro12. La tela probablemente llevaba una marca particular de la familia. Ese procedimiento se aplicaba especialmente al nacimiento del hijo primogénito.
Recordemos el anuncio de un ángel en el nacimiento de Jesús:
“Y esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre”13. La tela de Sus envolturas seguramente habría sido fácilmente reconocible y distintiva.
Creo que tal concepto de una tela con marcas familiares también podría haber sido relevante cuando José, hijo de Israel, llegó a ser el hijo primogénito y recibió el singular abrigo de tela de muchos colores, una tela que simboliza la primogenitura.
¿Qué podemos decir en cuanto al pesebre? En francés se utiliza la palabra manger, que literalmente significa comer; sin embargo, en español se traduce como pesebre. Un pesebre es un comedero o una caja abierta en un establo en la que se ponía alimento para los animales. Por estar elevado del piso del patio contaminado, un pesebre era probablemente el lugar más limpio que había disponible. ¡Un comedero como esos se convirtió en una cuna para nuestro Señor!
Ahora bien, dos milenios después, aunque no conocemos todos los detalles relacionados con su nacimiento, ciertamente entendemos la ascendencia única de este Niño de Belén. En varios pasajes de las Escrituras se hace la pregunta: “…y su generación, ¿quién la declarará?”14 Declaramos con solemnidad y convicción: Nació de un Padre inmortal y de una madre mortal. De Su Padre inmortal, Jesús heredó el poder de vivir para siempre; de Su madre mortal, heredó el destino de la muerte física.
Él declaró esta realidad en cuanto a Su propia vida: “Nadie me la quita”, dijo Él, “sino que yo la pongo de mí mismo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre”15.
Esos singulares atributos de Su origen eran esenciales para Su misión de expiar los pecados de toda la humanidad. Por lo tanto, Jesús el Cristo nació para morir16. El murió para que pudiéramos vivir nuevamente. Nació para que toda la humanidad pudiera vivir más allá del sepulcro17. Su expiación se llevó a cabo en Getsemaní, donde sudó grandes gotas de sangre y en el Gólgota (o Calvario), donde Su cuerpo fue levantado sobre una cruz en el “lugar de la calavera”, que significaba la muerte. Esa Expiación infinita libraría al hombre de la muerte perpetua18. La expiación del Salvador hizo que la resurrección fuese una realidad y la vida eterna una posibilidad para todos. Su Expiación llegó a ser el acto central de la historia de toda la humanidad.
Nuestros recuerdos de la Navidad se enriquecen con estas realidades. Cada uno de nosotros, con un testimonio del Señor tiene el privilegio, mediante la fe, de saber de Su linaje divino y de testificar que Jesús es el Hijo del Dios viviente.
El verdadero testimonio incluye el hecho de que el Padre y el Hijo se aparecieron al Profeta José Smith, cuyo nacimiento conmemoramos el 23 de diciembre. Ese testimonio también abarca el hecho de que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es verdadera y un Señor viviente la guía mediante profecía y revelación por medio de administradores autorizados que reciben dirección de Él y que responden a ella.
Con este antecedente en mente, comparto un consejo reconfortante con ustedes el día de hoy. Proviene de la sección 68 de Doctrina y Convenios, donde leemos este mandamiento de nuestro Maestro: “Sed de buen ánimo, pues, y no temáis, porque yo, el Señor, estoy con vosotros y os ampararé; y testificaréis de mí, sí, Jesucristo, que soy el Hijo del Dios viviente; que fui, que soy y que he de venir”19.
Amorosamente nos aferramos a Su bendita promesa. Se avecinan días difíciles para toda la humanidad. El pecado se está extendiendo. Vivimos en una época de guerras y rumores de guerras. La Iglesia y sus miembros serán atacados y soportarán persecución20.
Así como Jesús descendió debajo de todo a fin de ascender por encima de todas las cosas, Él espera que sigamos Su ejemplo. Atados a Su yugo, cada uno de nosotros puede superar sus desafíos, no importa cuán difíciles sean21. Pedro ofreció este consejo: “Si alguno padece como cristiano, no se avergüence; sino glorifique a Dios en ello”22. Llegará el momento en que aquellos que no obedezcan al Señor serán separados de los que sí lo hacen; nuestra mejor garantía es seguir siendo dignos de entrar en Su Santa Casa. Cuán bendecidos somos de tener templos a nuestra disposición. El obsequio más grande que podríamos darle al Señor durante la Navidad, o en cualquier otra época, es mantenernos sin mancha del mundo, dignos de asistir a Su santo templo. Lo que Él les obsequiará será la paz de saber que estamos preparados para comparecer ante Él cuando llegue el momento.
Les ruego que se eleven por encima de las tareas del día y los obstáculos que les aguardan. Ustedes pueden hacer más de lo que han planificado en su agenda diaria. Pueden tomar el nombre del Señor sobre ustedes y llegar a ser más semejantes a Él; pueden elevarse hasta alcanzar el gran potencial que tienen; pueden prepararse para el futuro con una mayor capacidad espiritual.
Recuerden que la plenitud del ministerio de Cristo yace en el futuro. Las profecías de Su segunda venida aún deben cumplirse. En Navidad, por supuesto, nos enfocamos en Su nacimiento, pero Él vendrá otra vez. Durante Su primera venida, Jesús vino casi en secreto; únicamente algunos mortales supieron de Su nacimiento. Durante Su segunda venida, la humanidad entera sabrá de Su regreso. Entonces vendrá, no como “un hombre que viaja por la tierra”23, pero el velo “será quitado, y toda carne la verá juntamente”24.
Como testigo especial de Su santo nombre, testifico que Jesús es el Hijo divino del Dios viviente. Él los amará, los elevará y se manifestará a ustedes si lo aman y guardan Sus mandamientos.
Les dejo mi amor y mi bendición para cada uno de ustedes, junto con mis mejores deseos de una muy feliz Navidad. Lo hago en espíritu de oración en el nombre de Jesucristo, amén.
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Notas
2. Lucas 1:34.
3. Lucas 1:35.
4. Véase también Mateo 1:18-19.
5. Mateo 1:20–21.
6. 1 Nefi 11:16.
7. 1 Nefi 11:17–21.
8. Lucas 2:1.
9. Lucas 2:7.
10. Véase Marcos 14:14 y Lucas 22:11.
11. Véase Lucas 2:7, 12.
12. See word number 4683 on page 66 of the Greek Dictionary of the New Testament in Strong’s Exhaustive Concordance of the Bible (Nashville, New York: Abingdon Press, 1890).
13. Lucas 2:12.
14. Véase Isaías 53:8; Hechos 8:33; Mosíah 14:8; 15:10.
15. Juan 10:18.
16. Véase 3 Nefi 27:13-14.
17. Véase 3 Nefi 27:14-15.
18. Véase 2 Nefi 9:7.
19. DyC 68:6.
20. Véase 2 Timoteo 3:1–13; DyC 112:24.
21. Véase también Mateo 11:29-30.
22. 1 Pedro 4:16.
23. DyC 49:22.
24. Isaías 40:5; véase también DyC 101:23.
25. Véase Juan 14:21.
Russell M. Nelson, miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, dió este devocional el 10 de diciembre de 2002.