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Devocional

Una transformación a imagen de Jesucristo

Profesora de la Escuela de Contabilidad

15 de febrero de 2023

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Cuando nos encontramos en medio de una transformación, tal vez sintamos que estamos siendo destruidos —como la mariposa en su capullo— pero el Salvador nos ayudará a reconstruirnos y a hacer de nosotros criaturas nuevas, si se lo permitimos.


Tenemos la intención de modificar la traducción cuando sea necesario. Si tiene alguna sugerencia, escríbanos a speeches.spa@byu.edu

Hace solo unas semanas, la comunidad del campus se reunió aquí en el Centro Marriott para celebrar la graduación de nuestros alumnos. Este estadio estaba lleno de familiares, amigos, profesorado, personal y administración, todos los cuales se unieron para reconocer y aplaudir los logros de nuestros graduados. El evento fue inspirador y edificante, el acontecimiento culminante de muchos años de trabajo arduo, compromiso y dedicación. Al asistir a este evento, no pude evitar reflexionar sobre mi propia trayectoria académica y lo lejos que he llegado desde mis primeros años de educación.

Desde temprana edad, desarrollé un amor por la lectura y el aprendizaje, y me fijé el ambicioso objetivo de graduarme de una universidad. Sin embargo, como la primera persona de mi familia en cursar estudios superiores, no estaba completamente segura de lo que se necesitaría para lograr mi meta. Así que para aumentar mis posibilidades de éxito, desarrollé un plan educacional: asistir a clase, hacer mis tareas y obtener buenas calificaciones.

Como ejemplo de mi compromiso, en mi primer semestre de secundaria me inscribí en una clase de mecanografía y, con el deseo de practicar en casa para llegar a ser más competente, inmediatamente puse una máquina de escribir en mi carta de Navidad. Algunos de ustedes ni siquiera saben lo que es una máquina de escribir, pero en 1989 era tecnología de punta. Tenía una pantalla LCD de dieciséis caracteres y cinta correctora incorporada. Estaba tan emocionada por mi máquina de escribir que al siguiente mes de marzo, para mi cumpleaños, pedí un archivador. Para archivar todas las cosas que iba a escribir.

Bueno, mis hijos me hacen pasar un mal rato cuando les hablo de estas peticiones de regalo. ¿Quién en su vida pide una máquina de escribir y un archivador en la escuela secundaria?

Pueden reírse todo lo que quieran, pero esos regalos fueron significativos para mí porque me ayudaron a forjar mi identidad como una alumna responsable, organizada y comprometida. Encontré gran satisfacción al ver que mi trabajo arduo y mi compromiso se tradujera en buenas calificaciones. La escuela se sentía como una extensión natural de mí misma.

Mi plan educativo me ayudó toda la secundaria. Finalmente, después de graduarme de la escuela secundaria con los más altos honores, usé mi preciada máquina de escribir para escribir mi solicitud para asistir a Southern Utah University.

Estaba emocionada y nerviosa por asistir a SUU. Estaba entusiasmada de estar un paso más cerca de lograr mi meta, pero también tenía muchas dudas en cuanto a mi capacidad para tener éxito a nivel universitario. Como una estudiante universitaria de primera generación, me resultó difícil navegar el sistema. Siempre me sentí un paso o dos por detrás de mis compañeros. Pero me aferre al plan: asistir a clase, hacer la tarea y recibir buenas calificaciones. ¡Y el plan siguió funcionando! Hasta que me transferí al programa de contabilidad de BYU.

En Romanos leemos: “Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos”1. Las experiencias de transformación pueden ser incómodas y desafiantes, pero son esenciales para nuestro crecimiento y desarrollo. No lo sabía en ese momento, pero el transferirme a BYU me enseñaría mucho sobre el proceso de transformación. Hoy me gustaría compartir algunos recuerdos y sentimientos de cuando era una estudiante aquí en BYU porque sospecho que muchos de ustedes se encuentran en medio de sus propias experiencias de transformación. Espero que lo que comparto hoy les ayude a reconocer la importancia de estas experiencias en la formación de la persona en la que se convertirán.

El propósito de nuestra transformación terrenal

La misión de BYU “es ayudar a las personas en su búsqueda de la perfección y la vida eterna”2. La universidad logra esto mediante “un período de aprendizaje intensivo en un entorno estimulante en el que se espera un compromiso hacia la excelencia y se persigue la plena realización del potencial humano”3 . Con esta misión en mente, la educación en BYU tiene como objetivo “(1) fortalecer espiritualmente, (2) enriquecer intelectualmente y (3) edificar el carácter, lo cual conduce a (4) el aprendizaje y el servicio a lo largo de toda la vida”4. ¡Este no es solo el camino a un título universitario, sino un plano para una transformación personal considerable!

¿Por qué el objetivo de BYU es ayudar a sus alumnos a transformarse tan completamente, no solo intelectualmente, sino también en espíritu, carácter y servicio? ¡Vinimos a la tierra con ese propósito! Para transformarnos. Obtener un cuerpo y tener experiencias que nos ayudarán a progresar y a llegar a ser más como nuestro Salvador Jesucristo. Si ejercemos nuestro albedrío y escogemos ser discípulos de Jesucristo, se nos dice: “Y os daré un corazón nuevo … y pondré dentro de vosotros mi espíritu, … y vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios”5 .

Todos queremos sentir el espíritu y el amor de Dios y ser contados como uno de los suyos. Sin embargo, es fácil olvidar que este proceso de transformación y renovación requiere esfuerzo y sacrificio. Para verdaderamente recibir un nuevo corazón y espíritu, debemos estar dispuestos a enfrentar la oposición, debemos dejar atrás viejos hábitos y formas de pensar que nos impiden convertirnos en las mejores versiones de nosotros mismos. Elder Neal A. Maxwell dijo una vez:

¿Por qué vosotros y yo habríamos de esperar ingenuamente pasar con comodidad por la vida?, como diciendo: “Señor, dame experiencia, pero no me des pesar, ni aflicción, ni dolor, ni oposición, ni traición, y, por cierto, no me abandones. ¡Evítame, Señor, todas las pruebas que han hecho de ti lo que Tu eres! Y después, ¡permíteme morar contigo y participar plenamente de Tu gozo!”6.

A lo largo de nuestra vida, inevitablemente afrontaremos desafíos complejos, tanto grandes como pequeños, que tienen por objeto poner a prueba nuestra fe, carácter y resiliencia. Esas experiencias nos ayudarán a llegar a ser más como nuestro Salvador y a prepararnos para la vida eterna, si así lo permitimos. Esto es algo que aprendí de primera mano como alumna en el programa de contabilidad para principiantes de BYU.

En busca de ayuda en mi viaje de transformación

Al entrar en la orientación de contabilidad ese primer día de clase, el ambiente se sintió tenso e inmediatamente me sentí luchando con sentimientos de ineptitud y duda. Para hacer frente a esta inquietud, confié en mi plan académico: asistir a clase, hacer la tarea y obtener buenas calificaciones.

Sin embargo, esta vez el plan no funcionó. Fiel al objetivo de la universidad de enriquecer intelectualmente, el programa de contabilidad de BYU proporcionaba una rigurosa experiencia académica. Demasiado rigurosa para mí. Estaba trabajando más arduamente de lo que había hecho antes y logrando resultados por debajo del promedio. Me pareció que mi salón de clases estaba lleno de alumnos excepcionalmente inteligentes que parecían comprender todo sin esfuerzo. ¿De dónde había venido toda esa gente? Siempre me había considerado una buena alumna, pero ahora estaba cuestionando todo. Constantemente temía que uno de mis compañeros me preguntara: “¿Cómo te fue en el cuestionario anoche?” o “¿Cuál fue tu puntuación en el examen?”. Traté de dedicar más tiempo y esforzarme más, creyendo que simplemente no estaba trabajando lo suficientemente duro. Pero nada de lo que hice parecía marcar una diferencia. El ritmo de la clase era demasiado rápido y el material era demasiado complejo. Mi peor temor se estaba convirtiendo en una realidad: No podía tener éxito en este nivel. Y si no tenía éxito, si no era una buena alumna, ¿qué era yo? ¿Cuál era mi propósito al estar aquí? ¿Pertenecía a BYU o al ambiente universitario?

A medida que mi autoestima se desmoronaba, fui perdiendo el contacto con el aspecto más importante de mi identidad, que es ser una hija de Dios7.

Después de un día particularmente difícil, oré fervientemente a mi Padre Celestial en cuanto a mi situación, mis inseguridades y mis dudas. Me sentía tan abrumada y cansada, y no había ninguna solución a la vista. Recuerdo haber terminado mi oración diciendo: “Nunca seré tan inteligente como esta persona”, dando el nombre al alumno que se sentaba a mi lado.

Cuando me levanté y me metí en mi cama, de inmediato me vino el pensamiento: Tienes razón, tal vez nunca seas tan inteligente como esa persona. Pero lo que es más importante, tal vez nunca tengas la oportunidad de sentarte a su lado e interactuar nuevamente con este alumno. Si esta es la persona más inteligente que conoces, ¿por qué no aprendes todo lo que puedes de él y de las personas que te rodean en vez de compararte con ellos? Toma esta oportunidad para aprender y crecer.

Estos pensamientos me sorprendieron. Buscaba consuelo y tranquilidad, pero en vez de ello recibí una reprimenda y una exhortación a cambiar mi enfoque. Me había centrado en todas las cosas que no podía hacer en vez de apreciar a las personas y las oportunidades que me rodeaban. Me volví muy consciente de lo que se nos dice en Doctrina y Convenios: “Porque no a todos se da cada uno de los dones; pues hay muchos dones. … A algunos les es dado uno y a otros otro”. El problema era que había perdido de vista las siguientes palabras: “para que así todos se beneficien8.

Lo que necesitaba era un cambio de perspectiva. Compararse no tiene sentido. Dios no nos compara unos con otros. En vez de ello, quiere que utilicemos nuestras diferencias para bendecirnos y sostenernos unos a otros. En lugar de hacer todo por mi cuenta y comparar constantemente mis debilidades con las fortalezas de los demás, ¡necesitaba pedir ayuda!

Después de una noche inquieta, reuní el valor para ser vulnerable y confié a mis compañeros las dificultades que estaba experimentando en la clase. Mi grupo se sorprendió al enterarse de que estaba teniendo dificultades e inmediatamente ofrecieron su ayuda. Ellos dieron un buen ejemplo del consejo que se encuentra en Doctrina y Convenios: “Buscad diligentemente y enseñaos el uno al otro palabras de sabiduría … para que todos sean edificados de todos”9. Siempre estaré agradecida por mi grupo de contabilidad. Fueron amables, pacientes y generosos con su conocimiento, ¡y me ayudaron a encontrar el gozo de aprender una vez más!

Recordando mi verdadera identidad mediante la transformación

La transformación no terminó ahí. Necesitaba buscar conocimiento “tanto por el estudio como por la fe”10.

En Éter, el Señor dijo:

Doy a los hombres debilidad para que sean humildes; porque si se humillan ante mí, y tienen fe en mí, entonces haré que las cosas débiles sean fuertes para ellos11.

Ahora bien, yo no estaba diciendo, como Pablo en Corintios: “Me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades”12, pero sí reconocía que necesitaba acceder a una fuerza superior a la mía. Tenía que acercarme más a mi Salvador para sentir Su amor y ser recordada de mi identidad divina y mi potencial como hija de Dios. El presidente M. Russell Ballard recientemente compartió la importancia de esta verdad con los alumnos de BYU en un devocional:

Ante todo, son y siempre serán hijos espirituales de Dios. …

… Es una verdad eterna. Está escrita en grandes y remarcadas letras mayúsculas. El comprender esta verdad, comprenderla de verdad y abrazarla, nos cambia la vida. Les da una identidad extraordinaria que nadie les puede quitar. Pero aún más que eso, debe darles un inmenso sentimiento de estima y una sensación de su infinito valor. Por último, les brinda un propósito divino, noble y digno en la vida13.

A medida que continuaba el año, di prioridad a mi crecimiento espiritual al aumentar mi estudio personal de las Escrituras y los discursos de la conferencia, al hacerlo, sentí más confianza en mi valor individual. No solo me estaba enriqueciendo intelectualmente mi experiencia en BYU, sino que también me estaba fortaleciendo espiritualmente. El domingo se convirtió en mi día favorito de la semana, ya que adoraba más intencionalmente, dedicando tiempo a reflexionar en mi progreso y a renovar mis convenios. Al acceder al poder habilitador del Salvador cada semana me ayudó a sostenerme durante ese difícil momento de crecimiento y transformación.

Como alumnos, es fácil creer que su identidad y autoestima están ligados a indicadores externos, tales como su éxito académico, su vida saliendo con jóvenes del sexo opuesto o su desempeño laboral. La presión para tener éxito y el temor al fracaso pueden llegar a ser rápidamente abrumadoras. Había vinculado erróneamente mi sentido del valor con mis logros o calificaciones, permitiéndoles definirme.

La hermana Rosemary M. Wixom nos recordó:

Nuestra naturaleza divina no tiene nada que ver con nuestros logros personales, la posición que logremos, el número de maratones en los que participemos, ni con nuestra popularidad y autoestima. Nuestra naturaleza divina proviene de Dios; se estableció en una existencia que precedió a nuestro nacimiento y continuará en la eternidad14.

Navegando por su propia transformación

Mi experiencia ese primer año en BYU fue transformadora. Me fortaleció espiritualmente, aumentó mi capacidad intelectual, obtuve una mejor comprensión de mi carácter y mi potencial divino, me comprometí a ayudar y servir a los demás como ellos hicieron conmigo. En resumen, ¡estaba experimentando la misma transformación que se describe en los objetivos de la universidad! Pero es fácil para mí permanecer de pie desde la distancia de veintiséis años y ver cómo esa experiencia me cambió para bien. Puede ser mucho más difícil ver cómo estás cambiando cuando estás en medio del proceso de transformación.

Consideren el ciclo de vida de una mariposa. Experimenta una notable transformación que requiere un cambio completo en la forma y la función del insecto. Una oruga pasará por varias etapas de crecimiento, desprendiendo la piel y formando un capullo sedoso. Luego, dentro del capullo, el cuerpo de la oruga se divide completamente en una sustancia líquida, de la cual comienza a formarse una nueva estructura corporal. En solo nueve o catorce días, la transformación de oruga a mariposa termina y surge una hermosa mariposa completamente formada.

Como una mariposa, estamos aquí en la tierra para crecer, cambiar y finalmente nacer de nuevo como un ser perfeccionado. “A menos que el hombre nazca de nuevo, no puede ver el reino de Dios”15. Pero la “fase de capullo” de la transformación puede ser difícil porque no podemos ver claramente el glorioso resultado final que nos espera. Y a diferencia de la mariposa, nuestra transformación tomará mucho más de nueve a catorce días. Es un esfuerzo para toda la vida. Las Escrituras nos enseñan que “en Cristo, nueva criatura [somos]; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”16. Entonces, ¿cómo podemos seguir avanzando cuando estamos en el proceso de ser una nueva criatura? ¿Qué podemos hacer cuando no podemos ver claramente cómo nuestras experiencias difíciles nos están cambiando para bien?

Comparto la siguiente experiencia con el permiso de mi segundo hijo, Connor. Hace tres años, Connor prestaba servicio como misionero en El Salvador. Habiendo estado allí alrededor de un mes, seguía tratando de adaptarse a la vida misional, a un nuevo idioma y a una cultura extranjera. Durante una de nuestras llamadas del lunes, pude ver de inmediato que Connor estaba teniendo dificultades. Traté de asegurarle que las cosas mejorarían. Todos dicen que les toma de tres a cuatro meses adaptarse, solo tenía que seguir trabajando y ser paciente consigo mismo y con el proceso.

Connor asintió con los ojos llenos de lágrimas y dijo: “Lo sé, mamá. Sé que será mejor en unos meses, pero ¿qué hago hasta entonces?”.

Connor sabía que el tiempo pasaría y también lo harían sus circunstancias, pero ¿cómo iba a sobrellevar el día de hoy y el de mañana hasta que llegara ese momento?

Muchos de nosotros tenemos el mismo tipo de preguntas: ¿Cómo consigo sobrellevar el día de hoy? ¿Este examen? ¿Este semestre? ¿Cómo puedo mantenerme fiel a mi testimonio cuando estoy experimentando desafíos, tentaciones y dudas?

Aunque tenga fe y sepa que todo saldrá bien con el tiempo, ¿qué puedo hacer para superar el día de hoy?

No tenía una respuesta para Connor y, como madre, deseaba desesperadamente solucionarlo todo. Después de reflexionar en silencio, comenzamos con lo básico: Connor, ¿te mantienes hidratado? ¿Estás comiendo bien? ¿Duermes lo suficiente?

Estudiantes, si tienen dificultades, comiencen con las mismas preguntas. ¿Cuidan su cuerpo? ¿Duermen lo suficiente? ¿Recuerdan mantenerse en contacto con amigos y familiares a pesar de las presiones de la universidad? Si no es así, ¿qué pequeños cambios pueden hacer hoy para que puedan disfrutar—no solo sobrellevar— la experiencia que están teniendo aquí en BYU?

Una vez que se abordaron esos aspectos básicos, juntos como familia oramos para que la inspiración llegara a Connor y supiera qué pasos podría dar cada día para seguir adelante. También le sugerí a Connor que contactara a su presidente de misión para recibir apoyo adicional. Así que en su carta semanal a su presidente de misión, Connor compartió sus sentimientos, describió los pasos que estaba dando para mejorar la situación y pidió cualquier consejo adicional que su presidente de misión pudiera ofrecerle.

Ahora bien, esa transformación para Connor no ocurrió de la noche a la mañana, pero, como se esperaba, con suficiente tiempo y experiencia, Connor se acostumbró a la cultura, llegó a hablar con fluidez el idioma y finalmente comenzó a sentir que estaba marcando la diferencia como misionero.

Más tarde, le pregunté a Connor: “¿Qué fue lo que más te ayudó durante ese período de ‘paciente espera’?”.

Él respondió: “Tres cosas”.

El primero fue leer los discursos de la conferencia. Connor buscó revelación e inspiración personal por medio de las palabras de los mensajeros de Dios. El élder Robert D. Hales enseñó: “Si oran con verdadero deseo de escuchar la voz del Padre Celestial en los mensajes de esta conferencia, descubrirán que Él ha hablado para ayudarlos”17.

Un discurso en particular que habló a Connor fue el del presidente Nelson llamado “El gozo y la supervivencia espiritual”. Connor estaba tratando de sobrevivir en un país extranjero y le faltaba gozo. En este discurso, el presidente Nelson declaró: “El gozo que sentimos tiene poco que ver con las circunstancias de nuestra vida y tiene todo que ver con el enfoque de nuestra vida”18. Al igual que mi experiencia en el grupo de contabilidad, Connor tenía que alejar su enfoque de sus propias debilidades y volver a centrarse en el poder del Salvador. Ese cambio fue un componente crucial para el crecimiento, la felicidad y el desarrollo de Connor.

Estudiantes, si no están experimentando gozo o si sienten como si estuvieran sobreviviendo, ¿qué pueden hacer para cambiar su enfoque hacia Cristo? El presidente Nelson nos ha aconsejado: “Al procurar ser discípulos de Jesucristo, nuestros esfuerzos por escucharlo deben ser cada vez más intencionales”19. ¿Qué esfuerzos intencionales pueden hacer para escuchar y entender mejor las impresiones y las confirmaciones de un amoroso Padre Celestial?

La segunda cosa que ayudó a Connor durante esos momentos difíciles fue hablar con su hermano mayor, Cameron. Como alguien que ya había servido en una misión, Cameron comprendió los desafíos que Connor estaba afrontando y le proporcionó la seguridad, el apoyo y la guía que necesitaba. Justo como cuando busqué ayuda de mi grupo de contabilidad, Connor buscó ayuda y consuelo de su hermano mayor.

Cuando estén experimentando los dolores de esta transformación, el buscar ayuda de sus seres queridos puede ser un poderoso bálsamo. Amigos, familiares, maestros, compañeros, todos pueden brindar aliento y ayudarnos a sentirnos menos solos. También es importante buscar la experiencia de profesionales, tales como terapeutas y consejeros, ya que pueden ofrecer apoyo especializado que nos ayude a superar nuestras dificultades. Nunca ha sido necesario soportar el dolor de las experiencias transformadoras solos. ¿Hay alguien a quien puedan acudir para recibir apoyo adicional? ¿Pueden ponerse en contacto con alguien para ofrecerles su apoyo?

La tercera cosa que ayudó a Connor fue una visita de su presidente de misión. Después de recibir la carta de Connor, el presidente de misión actuó de acuerdo a su inspiración y reorganizó su horario para estar en el barrio de Connor el domingo siguiente. Esa visita fue importante para Connor porque estaba confundiendo los obstáculos y las dificultades que estaba experimentando en su misión con estar haciendo algo malo o no ser lo suficientemente bueno. Ese querido presidente de misión abrazó a Connor y le aseguró que estaba haciendo exactamente lo que se suponía que debía hacer. Él abrazó a Connor cuando yo no pude, lo cual fue otra respuesta a las oraciones, mis oraciones.

Maestros, funcionarios y administradores, ¿nos estamos esforzando por ser como el presidente de misión de Connor, abrazando a nuestros estudiantes, buscando inspiración para saber cómo servirles, amarlos y alentarlos mejor? Como alumna, con frecuencia buscaba la ayuda de los miembros del cuerpo docente. Su apoyo y aliento inquebrantables me ayudaron a ver el potencial que no podía reconocer en mí misma. Nuestra función va más allá de impartir conocimiento y habilidades; podemos ser una fuente de apoyo e inspiración para nuestros alumnos, ayudándolos a reconocer sus fortalezas, talentos e increíble valor como hijos de Dios. ¡Tenemos la gran oportunidad de ayudar a las personas en su búsqueda de la perfección y la vida eterna!

Estudiantes, si tienen dificultades, sepan que están experimentando las experiencias transformadoras de la vida terrenal. Ustedes son lo suficientemente buenos, y con el apoyo de sus compañeros, amigos, familia, maestros, líderes y especialmente de su Padre Celestial, saldrán de sus momentos difíciles habiendo cambiado para bien.

Hallar fortaleza en el poder transformador del Salvador

Mis difíciles experiencias como estudiante aquí en BYU me llevaron a una comprensión más profunda de mi propósito, potencial e identidad como discípula de Jesucristo y como una hija de Dios. ¡Espero que sus experiencias aquí hagan lo mismo por cada uno de ustedes!

La educación en BYU tiene el propósito de transformarlos completamente, para ayudarles a llegar a ser más como nuestro Salvador Jesucristo. Al navegar por los altibajos de las experiencias de transformación, pueden acudir a nuestro Salvador en busca de guía y apoyo.

El élder Holland hizo hincapié en que

Cristo caminó por la senda que todas las personas mortales tienen que recorrer, y lo hizo para saber cómo socorrernos y fortalecernos en nuestras épocas más difíciles. Él conoce las cargas más profundas y privadas que llevamos; conoce las penas más públicas y más agudas que pasamos. Él descendió por debajo de todo ese dolor a fin de poder elevarnos por encima de él. No existe angustia, pesar ni tristeza en la vida que Él no haya sufrido por nosotros y llevado sobre Sus valerosos y compasivos hombros20.

Cuando nos encontramos en medio de una transformación, tal vez sintamos que estamos siendo destruidos, como la mariposa en su capullo, pero el Salvador nos ayudará a reconstruirnos y a hacer de nosotros criaturas nuevas, si se lo permitimos.

El presidente Nelson dijo:

De tal manera amó Dios al mundo que envió a Su Hijo Unigénito para ayudarnos; y Su Hijo Jesucristo dio Su vida por nosotros para que pudiésemos tener acceso al poder divino, un poder suficiente para sobrellevar las cargas, obstáculos y tentaciones de nuestros días21.

Al confiar en la fortaleza y el consuelo que nuestro Salvador nos ofrece, podemos pasar por experiencias transformadoras con mayor paciencia, paz y confianza. El Salvador nos aseguró: “Para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción. Pero confiad; yo he vencido al mundo”22.

Doy testimonio de que Jesucristo venció al mundo mediante su sacrificio expiatorio. Busco al Salvador, lo amo, soy Su discípula. El Salvador me da fortaleza más allá de la mía, y mediante mis esfuerzos por llegar a ser más como Él, he hallado esperanza, paz y gozo duradero. Testifico de Él en el nombre de Jesucristo, amén.

© Brigham Young University. Todos los derechos reservados. 

Notas

  1. Romanos 12:2.
  2. The Mission of Brigham Young University, 4 de noviembre de 1981.
  3. Misión de la Universidad Brigham Young.
  4. The Aims of a BYU Education, 1 de marzo de 1995.
  5. Ezequiel 36:26–28.
  6. Neal A. Maxwell, «Para que vuestro animo no se canse hasta desmayar«, Conferencia General, Abril de 1991.
  7. Véase Russell M. Nelson, «Decisiones para la eternidad«, devocional mundial para jóvenes adultos, 15 de mayo de 2022, pág. churchofjesuschrist.org/study/broadcasts/worldwide-devotional-for-young-adults/2022/05/12nelson.
  8. DyC 46:11–12; cursiva agregada.
  9. DyC 88:118122.
  10. DyC 88:118.
  11. Éter 12:27; cursiva agregada.
  12. 2 Corintios 12:10.
  13. M. Russell Ballard, “Children of Heavenly Father,”BYU devotional address, 3 March 2020.
  14. Rosemary M. Wixom, «Descubramos la divinidad interior», Conferencia General, octubre de 2015.
  15. Juan 3:3.
  16. 2 Corintios 5:17.
  17. Robert D. Hales, «La conferencia general:Fortalece la fe y el testimonio, Conferencia General, noviembre de 2013.
  18. Russell M. Nelson, «El gozo y la supervivencia espiritual», General Conference, noviembre de 2016.
  19. Russell M. Nelson, «Escúchalo», Conferencia General, mayo de 2020; cursiva en el original.
  20. Jeffrey R. Holland, Cristo y el Nuevo Convenio: El mensaje mesiánico del Libro de Mormón (Salt Lake City: Deseret Book, 1997): 223–24; see also Lucas 15:5.
  21. Russell M. Nelson, “Cómo obtener el poder de Jesucristo en nuestra vida”Conferencia General, Mayo del 2017.
  22. Juan 16:33.
Melissa P. Larson

Melissa P. Larson, profesora de contabilidad en BYU Marriott School of Business, pronunció este devocional el 16 de mayo de 2023.