Maravillándose en lugares remotos
Profesora de Lingüística y Antropología Lingüística de la Universidad Brigham Young
2 de agosto de 2022
Profesora de Lingüística y Antropología Lingüística de la Universidad Brigham Young
2 de agosto de 2022
Como miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, tenemos acceso ilimitado a la sabiduría, la verdad y las bendiciones de nuestras Escrituras, nuestras ordenanzas y nuestros convenios. Tal vez deberíamos añadir una dosis diaria de admiración a nuestras prácticas espirituales.
Tenemos la intención de modificar la traducción cuando sea necesario. Si tiene alguna sugerencia, escríbanos a speeches.spa@byu.edu
Buenos días. Me siento muy agradecida y honrada de estar aquí con ustedes hoy. Me gustaría compartir algo de lo que he aprendido de las voces que expresan palabras de asombro, sabiduría y verdades profundamente sentidas. Lo que esas voces tienen en común es que provienen de personas en lugares remotos que comparten una profunda preocupación por el cuidado y la preservación. Uno de estos lugares, un pueblo del Ecuador amazónico, está físicamente remoto debido a su aislamiento de las ciudades y otros pueblos, y hace que viajar allí sea muy inconveniente. El otro lugar está alejado desde el punto de vista de la experiencia, aunque no tan lejos de nosotros geográficamente. El segundo lugar remoto es una prisión, específicamente, la Prisión Estatal de Utah y la Prisión Estatal de San Quentin en California.
Permítanme comenzar con el Ecuador amazónico. Hace varios años, estaba en la universidad cursando estudios de posgrado para obtener un título en lingüística. En caso de que algunos de ustedes no estén familiarizados con este campo de estudio, primero permítanme contarles lo que no es la lingüística. Muchas personas suponen que un lingüista es alguien que habla muchos idiomas diferentes. Este no es el caso. Otro concepto erróneo sobre los lingüistas es que son “policías del idioma” que supervisan a las personas para detectar cuán correctamente están hablando. Esto tampoco es lo que hacemos, aunque definitivamente nos interesa saber por qué las personas consideran que algunas formas de hablar son más correctas que otras.
Yo describiría la lingüística como el estudio científico y humanístico del idioma en todas sus dimensiones posibles, pero hay tantas maneras de ser lingüista así como hay personas que se llaman a sí mismas lingüistas.
Mi enfoque personal se llama lingüística antropológica, la cual se centra en algunas de las maneras únicas en que los idiomas y las culturas están interconectados. Para seguir ese método, realicé una investigación en una comunidad remota en el Ecuador amazónico llamada Puka Yaku, que significa “agua roja”. Este pequeño asentamiento es el hogar de personas que hablan un idioma llamado kichwa. Mi meta era aprender este idioma lo suficientemente bien como para escribir una tesis sobre algunos aspectos de su estructura. También me interesaba saber cómo las formas de hablar de las personas podrían reflejar suposiciones sobre el mundo que eran diferentes a las mías.
Lo que no había planeado era el desafío de vivir en un lugar completamente diferente a todo lo que había experimentado hasta entonces. No había carreteras que conducían a Puka Yaku, ni hoteles, ni supermercados y absolutamente no había agua corriente ni baños. Y todavía no hay caminos que conducen a Puka Yaku, como descubrí el verano pasado cuando regresé en canoa.
Desde el día en que pisé por primera vez esta comunidad, me asombró el impresionante entorno de la selva tropical, tan biodiverso y complejo como ningún otro lugar en la tierra. Sin embargo, a pesar del inspirador entorno natural, fue fácil sentirme desanimada por mis dificultades para entender el idioma y aprender a existir en este mundo desconocido. Hubo días en los que no podía hacer absolutamente nada más que acostarme en una hamaca y contemplar con la mirada perdida la belleza de mi entorno, preguntándome qué estaba haciendo allí.
Aunque las personas con las que vivía en ocasiones lograban disfrutar de mi compañía, era muy consciente de mis limitaciones. Completar incluso la tarea más sencilla, como ayudar a desmalezar un campo con un machete, me dejaba ampollas en las manos. Me preocupaba ser una carga en la vida de estas personas, aunque ayudaba de todas las formas posibles, especialmente con solicitudes de cosas que no estaban fácilmente disponibles, como anzuelos y atún enlatado.
Afortunadamente para mí, los miembros de esta comunidad están entre las personas más amables que he conocido. Les encanta reír. Lo sé porque mi incapacidad para hacer las cosas más simples a menudo era de lo que se reían. Me resultaba difícil, por ejemplo, mantenerme limpia mientras caminaba por el lodo de la selva. A menudo llegaba a la casa de alguien con barro rojizo salpicado por todas mis botas y pantalones vaqueros. En ocasiones disfrutaba chapotear en los charcos. Mis amigos se reían y decían que yo estaba actuando como un cerdo silvestre. Se mantenían tan limpios como les era posible, siempre se limpiaban de cualquier lodo que tuvieran en los pies y las piernas antes de llegar a la casa de alguien.
La habilidad de mis amigos para mantenerse limpios en medio del fango era una de las muchas cosas que me daban motivos para asombrarme, y este asombro me ayudaba a menudo a salir de mis momentos bajos y volver al trabajo. Había muchos aspectos de las habilidades del pueblo Kichwa que inspiraban mi curiosidad. Aunque la mayoría de mis amigos nunca han tenido oportunidades de obtener una educación formal, su conocimiento de su entorno es amplio. Incluso se podría decir que practican su propia forma de alfabetización leyendo el paisaje, y su plan de estudios se basa en la observación de animales, plantas e insectos. Lo que siempre me ha llamado la atención acerca del asombroso conocimiento detallado de este grupo sobre su hogar en la selva tropical es la forma en que expresan este conocimiento. Los que hablan kichwa no tienen miedo de “[quedarse asombrados]”1 y expresar su admiración por el mundo que los rodea.
Para ilustrar, me gustaría compartir una experiencia que tuve hace poco junto con mi alumna Auna Nygaard mientras entrevistamos por Zoom a una hablante kichwa llamada Bélgica. Le estábamos preguntando sobre cómo varias especies de animales cuidan a sus crías. Nuestra amiga relató con lenguaje vívido y con gestos, cómo un tipo de madre pez mantiene a sus crías a salvo de los depredadores dejándolas entrar en su boca para poder protegerlas mientras nada. Nuestra amiga resumió este asombroso relato con las siguientes palabras traducidas:
Ella se desplaza rápidamente a través del agua hacia un lado, llevando a sus crías en su boca. Si no hay otros peces cuando llega, abre ampliamente la boca y todas las crías nadan hacia afuera.
En el caso de que un pez se acerque a sus crías, lo atacará. Después de ahuyentarlo, abrirá su boca ampliamente de nuevo y todas las crías volverán a entrar a salvo.
Entonces mi amiga exclamó en kichwa, con maravillosa admiración y sorpresa: “¡Riki! ¡Piskadowas yuyayuk man!” Traduzco esto como: “¡Mira! ¡Incluso los peces son tan conscientes de lo que les rodea!”. Bélgica agregó que este tipo de peces podrían incluso ser mejores madres que algunos seres humanos.
Siempre he disfrutado de estas descripciones detalladas y vívidas de mis amigos que hablan kichwa. Esta descripción particular de una madre pez protegiendo a sus crías incluía gestos expresivos que imitaban los movimientos rápidos atribuidos al desplazamiento de la madre pez a través del agua. En otra imitación de los peces, mi amiga abrió su boca ampliamente para mostrarnos cómo la madre de los peces invitaba a sus crías a su espacio protector. Sin embargo, no fue sino hasta hace poco que llegué a ver tales descripciones con un significado más espiritual. Esta reflexión fue inspirada al escuchar una entrevista que le hicieron a la antropóloga y lingüista Mary Catherine Bateson. En un podcast llamado ‘On Being’, le dijo a la presentadora Krista Tippett que el punto de partida para cualquier tipo de sentimiento religioso es un sentido de asombro, porque lo maravilloso conduce a la alabanza. Para apoyar su afirmación de la importancia de lo maravilloso, ella hizo referencia a Job, del Antiguo Testamento, caracterizándolo como
un miembro virtuoso de una institución. Respetable. Obediente a todas las reglas. Complaciente. Alguien que sigue los ritos apropiados que se requerían en su comunidad en ese entonces. Sin embargo, él perdió su sentido de asombro.2
Puede que me esté aventurando un poco aquí, pero no creo que Jehová necesite recordarles a mis amigos en Puka Yaku la necesidad de maravillarse, como necesitaba recordárselo a Job: “Escucha esto, Job; detente y considera las maravillas de Dios” (Job 37:14).
Mis amigos que hablan kichwa usan un lenguaje que parece estar diseñado para recalcar la maravilla y el asombro de su entorno. Les encanta capturar los detalles más finos de una experiencia sensorial, la cual imitan con vívidas palabras onomatopéyicas, entonación expresiva y gestos.
Las reflexiones de Bateson también me han ayudado a entender por qué el siguiente pasaje en 3 Nefi 17:16–17 siempre me ha conmovido:
Y de esta manera testifican: Jamás el ojo ha visto ni el oído escuchado, antes de ahora, tan grandes y maravillosas cosas como las que vimos y oímos que Jesús habló al Padre;
y no hay lengua que pueda hablar, ni hombre alguno que pueda escribir, ni corazón de hombre que pueda concebir tan grandes y maravillosas cosas como las que vimos y oímos a Jesús hablar; y nadie puede conceptuar el gozo que llenó nuestras almas cuando lo oímos rogar por nosotros al Padre.
Aunque este pasaje parece referirse principalmente de la grandeza de la oración de Jesús, creo que también hace hincapié en la inconmensurable influencia de la oración en las personas que la escucharon. En otras palabras, este pasaje hace hincapié en los sentimientos de asombro, reverencia y prodigio del pueblo al escuchar las palabras de Jesús.
Aunque la gente de Puka Yaku vive dentro de una cultura que no se ha beneficiado de la educación formal o la alfabetización, me han inspirado por medio de su capacidad de leer los paisajes del mundo creado por Dios. Su minuciosa atención y el gozo que tienen hacia las asombrosas maravillas que les rodean han renovado mi espíritu una y otra vez.
Permítanme dirigirme ahora a otro grupo de personas que me han inspirado: personas en otro tipo de lugar remoto, el mundo de la encarcelación. Cuando la pandemia nos obligó al aislamiento y al confinamiento durante el verano de 2020, también frustró mis planes de regresar a Puka Yaku. No había podido regresar desde mis días de investigación para mi tesis, y estaba ansiosa por volver a conectarme con la gente allí. La pandemia también interfirió con los planes de mi alumna Chloe Rampton de viajar a Rusia para realizar investigaciones para su tesis de maestría. Cuando Chloe y yo analizamos las posibilidades de un nuevo proyecto, no podía dejar de pensar en las personas encarceladas que vivían vidas muy restringidas incluso antes de la pandemia y que no tenían acceso a muchos de los privilegios que muchos de nosotros damos por hecho. Me preguntaba: ¿Cómo le hacen frente? ¿Cómo hacen que sus vidas sean significativas y satisfactorias bajo condiciones tan difíciles? Había oído hablar del Programa de Educación en la Prisión de Utah, con sede en la Universidad de Utah. Este programa ofrece instrucción a nivel universitario a hombres y mujeres encarcelados en la Prisión Estatal de Utah. Además, en una ocasión, Chloe había expresado interés en estudiar el tema de la prisión. Así que pensamos en un proyecto que incluiría tanto el trabajo voluntario para enseñar una clase de lingüística en la prisión como el uso de recursos en línea para estudiar metáforas utilizadas para las experiencias en la prisión.
Aunque Chloe podría haber utilizado simplemente recursos en línea para su tesis, era importante para nosotras experimentar las condiciones y situaciones de las personas que vivían en un mundo desconocido para muchos de nosotros, pero que afecta a muchas personas en los Estados Unidos. Sorprendentemente, casi uno de cada cien adultos en nuestro país es una persona encarcelada3. Según algunas fuentes, Estados Unidos tiene una de las tasas más altas de encarcelamiento en el mundo, si no la más alta. 4
Sumergirse en los mundos de las personas cuyos idiomas se estudian se llama “observación participante”, y es un método distintivo para la lingüística antropológica y la antropología en general. Así que Chloe y yo viajamos a la Prisión Estatal de Utah para enseñar nuestras clases casi todos los viernes por la tarde durante el semestre de otoño del 2020 y el semestre de invierno del 2021. Trabajamos principalmente con seis alumnos. Un día me di cuenta de que si de repente hubiera sufrido una amnesia a corto plazo mientras estaba frente a esta clase de estudiantes, sin recordar el alambre de púas y los numerosos controles de seguridad que habíamos atravesado para llegar a nuestro salón de clases, no me hubiese resultado absolutamente evidente que estos estudiantes fueran diferentes de mis estudiantes regulares aquí en BYU. Sus comentarios y observaciones sobre el lenguaje eran penetrantes. Dos estudiantes en particular tenían perspectivas propias de estudiantes de posgrado sobre los artículos de investigación que leímos.
Una alumna de la prisión, a quien llamaré Mia, se destacó por un relato que nos contó durante la clase un día. Mia había participado en un programa de capacitación de animales en la prisión, y le encantaban los animales de todo tipo. Su historia trataba sobre el rescate de un ganso bebé. Por alguna razón, los gansos están por todas partes en los terrenos de la Prisión Estatal de Utah. Un día, cuando estaba afuera, Mia notó un ganso que había quedado atrapado en el alambre de púas que rodeaba el jardín. Como la prisión es lo que es, Mia tuvo que pedir permiso al oficial correccional supervisor para ayudar a liberar al animalito. El oficial dijo que no. Sin embargo, después de un tiempo hubo un cambio de guardia y un nuevo oficial vino a supervisar. Mia intentó nuevamente obtener permiso para ayudar al ganso bebé, que todavía estaba enredado y luchando. El oficial dijo que sí, y Mia y sus compañeras ayudaron a liberar al pequeño ganso.
Este relato revela dos de las cualidades de Mia que realmente me asombraron. Primero, tenía la sabiduría de aferrarse a su compasión y empatía al permitirse tener sentimientos por el ave bebé. Y segundo, mantuvo vivo su sentimiento de esperanza. Después de que el primer oficial dijera que no, volvió a intentarlo. Yo me preguntaba, ¿cómo lograba mantener su compasión y esperanza en un entorno como ese?
El poder enseñar a los alumnos de la Prisión Estatal de Utah y tener oportunidades de aprender desde sus perspectivas fue un privilegio que nunca olvidaré. Las restricciones de la pandemia se hicieron menos opresivas cuando me di cuenta cuánta libertad tenía en realidad, hablando en términos relativos. Este entendimiento también se vio reforzado por lo que aprendí de los recursos en línea que mi alumna Chloe utilizó para recopilar datos para su tesis. Descubrió un podcast llamado Ear Hustle que se origina en la prisión estatal de San Quentin, California. Este podcast ha ganado varios premios e incluso ha sido nominado para un Premio Pulitzer en la categoría de Reportaje en Audio. El podcast está organizado por dos reclusos y un civil que se ofrece como voluntario en San Quentin. Ahora, en su novena temporada, el podcast presenta narraciones de personas encarceladas que hablan de todo tipo de temas, incluso algunos temas extremadamente difíciles. Escuché esas narraciones porque Chloe estaba buscando ejemplos para su tesis. Al familiarizarme con sus datos, muchas de las personas que se presentaron en este increíble podcast me conmovieron profundamente el corazón. Me gustaría compartir algunas palabras de dos personas cuyas perspectivas me afectaron particularmente. Revelan sabiduría y verdad, algunas de ellas tan profundas como el hermoso conocimiento de nuestros textos sagrados y la gran literatura. Permitiré que la primera persona se presente:
Me llamo Ronell Draper, pero me dicen Rauch. Mi relación con las personas es muy tensa. No confió en ellas. Desde el principio, han sido una fuente de dolor para mí.5
Debido a circunstancias extraordinariamente difíciles durante su crianza, el Sr. Draper ha cultivado una vida significativa dentro de la prisión mediante el cuidado, o como lo llaman en San Quentin, “estar atento” a otras formas de vida. Así es como él lo describe:
Ronell Draper (Rauch): Me encantan los animales, así que sí. Desde que estuve en prisión, he tenido viudas negras, tarántulas, muchos saltamontes, escarabajos, serpientes, babosas y grillos.
Earlonne Woods: En San Quentin, a los reclusos no se les permite tener mascotas, pero algunos se vuelven creativos, como es el caso de Rauch.
Draper (Rauch): Tuzas, conejos. Tuve cuatro golondrinas, un sapo, una mantis religiosa, 21 caracoles, una rana, un ave de pecho rojo que tenía una ala rota y también palomas. Tuve un ratón de desierto que estaba parcialmente paralizado. También tuve un hamster que se parecía a un oso de peluche pero era muy perezoso y siempre tenía mala actitud. Un ciempiés que era como un lobo. Era un pequeño monstruo malo. Tuve dos peces que tuvieron crías dos veces. Una vez, se me escapó una tarántula y mi compañero de celda dijo: “Hey, hasta la araña pudo escaparse” 6.
¿Qué podemos aprender del Señor Draper, quien podría considerarse como una especie de San Francisco de Asís de San Quentin? Esto es lo que él dice acerca de por qué hace lo que hace:
Me preocupo por los animales porque me enseñan lo que no puedo aprender de las personas. Afecto o aprecio incondicional.7
La capacidad del Sr. Draper para aprender y sentir el amor incondicional es tan conmovedor para mí porque atestigua de las hermosas posibilidades que tiene el espíritu humano. Él ha descubierto cómo experimentar lo que nunca sintió de su familia, pero que cada niño tiene derecho a sentir. Jesucristo mismo experimentó el amor incondicional de Su Padre. Justo después de que Cristo fue bautizado e incluso antes de comenzar Su vida pública efectuando milagros, Su Padre lo alabó, proclamando que Cristo es Su “Hijo amado, [en quien está bien complacido]” (Marcos 1:11).
Tomemos el ejemplo de otra persona en San Quentin: El Sr. Richard Lathan, un hombre que lleva un abrigo dorado especial. Este abrigo señala a los reclusos su papel especial como cuidador de las personas gravemente enfermas y moribundas en San Quentin. Específicamente, él ayuda a limpiar a las personas. Él se encarga de cualquier disfunción desordenada que esté afectando sus cuerpos. Describe su función y responde a la pregunta de por qué hace lo que hace de la siguiente manera: Me llamo Richard Lathan… y el trabajo que hago es cuidar de las personas. 8
Earlonne Woods: Sabes, Nigel, le pregunté a Richard por qué dedica su tiempo a cuidar de los enfermos y ancianos, porque no puede ser un trabajo fácil.
Nigel Poor: Oh, no, no lo es.
Woods: ¿Por qué tomas esa postura?
Richard Lathan: Porque yo era miembro de una pandilla, ahora esta es mi oportunidad de devolver algo. Así es como lo hago. Pienso que si ayudo en la vida de otro, entonces se me devolverá la vida. Hace veintiséis años, le quité la vida a otra persona, y también… intenté asesinar a dos más en el proceso. En aquel entonces, tenía 21 años. Sabes. Cumpliré 49 años en enero. Ya no tengo la misma perspectiva. No tengo las mismas ideologías. No tengo los mismos valores, valores inculcados en la calle. No. Ya no sigo eso. ¿Sabes a lo qué me refiero?
Woods: Richard no se está volviendo más joven y ha tenido sus propios problemas de salud.
Lathan: Hace un par de semanas tuve una convulsión y lo único en lo que puedo pensar es en cuidar a los muchachos. Es lo único en lo que puedo pensar.9
Cuando escucho al señor Lathan hablar de su cambio de perspectiva, de su nuevo yo, no puedo evitar pensar en las palabras de Oliver, un personaje de la obra de William Shakespeare, “Como gustéis”, que había conspirado para acabar con la vida de su hermano menor. Sin embargo, después de tener un cambio de corazón, Oliver afirma quién es ahora, diciendo: “Era yo, mas no soy yo”. 10 Además, cuando escucho al Sr. Lathan decir que lo único en lo que podía pensar era en cuidar a sus colegas, aun después de tener una convulsión, se me vienen a la mente las palabras de Cristo que se hallan en Mateo 16:25: “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá, y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará”.
En caso de que se pregunten a qué conduce todo esto, permítanme repasar lo que hemos hecho. He estado hablando de mis amigos del Ecuador Amazónico que me han inspirado por su atención a las maravillas que los rodean. La admiración de mi amiga en cuanto a cómo actuaban las madres de los peces no es tan diferente de mi propia admiración en cuanto a la postura protectora de Mia hacia un ganso bebé o por el amor del Sr. Draper por todas las formas de vida. Los presentadores del podcast ‘Ear Hustle’ también expresaron asombro y admiración por la dedicación del Sr. Lathan para servir a los enfermos y moribundos de la manera más desinteresada posible.
Esto es lo que me gustaría proponer: Como miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, tenemos acceso ilimitado a la sabiduría, la verdad y las bendiciones de nuestras Escrituras, nuestras ordenanzas y nuestros convenios. Tal vez deberíamos añadir una dosis diaria de admiración a nuestras prácticas espirituales.
En su discurso de la Conferencia General de abril de 2022, “Maravillado por Cristo y Su evangelio”, el élder Ulisses Soares nos instó a centrarnos en la importancia de cultivar sentimientos de asombro por el Evangelio y por Jesucristo. Describió la contagiosa sensación de asombro que sentía mientras escuchaba a un amigo hablar de lo que era visitar la Tierra Santa y saber que estaba caminando por donde Jesús caminó una vez. El élder Soares declaró que cuando vivimos asombrados del evangelio de Jesucristo, somos protegidos contra la complacencia y la apatía espiritual. 11
También hay apoyo científico vinculado a los beneficios de dar más espacio para el asombro y la admiración en nuestras vidas. Un artículo reciente titulado “Awe and the Interconnected Self” (El asombro y el yo interconectado) analiza una variedad de estudios que informan que el permitirse experimentar asombro conduce a una mayor percepción de las conexiones que uno tiene con los demás y con el entorno. Las autoras Susan K. Chen y Myriam Mongrain descubrieron que tales experiencias también pueden disminuir el estrés, reducir el tipo de pensamiento autocrítico que conduce a la depresión e inspirar mayor humildad, generosidad y tolerancia a la incertidumbre.12
Este verano, cuando llevé a catorce estudiantes de BYU a Ecuador para estudiar la lengua kichwa durante seis semanas, me di cuenta de lo que decía élder Soares sobre el contagio del asombro y de la investigación realizada por Chen y Morgain sobre el poder del asombro para aliviar la incertidumbre. Dos días después de que llegamos, se declaró una huelga nacional en todo el país, la cual duró dieciocho días. Eso significaba que muchos caminos estaban bloqueados por los protestantes, y los artículos críticos como el gas, los alimentos y el agua embotellada no podían transportarse libremente. Aunque siempre tuvimos comida, vimos una disminución gradual de frutas y verduras frescas. Tuvimos que ducharnos con agua fría. Mis alumnos no pudieron hacer viajes cortos de fin de semana para ver otras partes de Ecuador. En los últimos días de la huelga, estábamos bebiendo agua de lluvia hervida, y las personas que amablemente estaban a cargo de alimentarnos terminaron teniendo que cortar leña para hacer fuego y cocinar nuestra comida. Todo eso me causó cierta ansiedad como directora encargada de cuidar de mis alumnos. Cuando llevábamos casi dos semanas de huelga, pregunté a cada alumno por separado cómo estaban.
Aunque todos decían que estaban bien, lo que realmente me ayudó a aliviar mi ansiedad por el bienestar de ellos fue la forma en que a menudo expresaban su asombro ante lo que nos rodeaba. He estado en Ecuador tantas veces que había olvidado, por ejemplo, lo fascinantes que son las hormigas cortadoras de hojas. Varios alumnos quedaron cautivados por las largas columnas de incesantes hormigas que marchaban. Pasaron tiempo observándolas en acción, incluso notando cómo algunas parecían estar ayudando a las demás de forma altruista. Un día, durante el almuerzo, una alumna anunció entusiasmada que había encontrado el nido de las hormigas tras seguir su rastro durante un buen trecho. Este descubrimiento nos llevó a realizar preguntas para nuestro maestro de kichwa acerca de por qué los nidos de las hormigas se construyen tan lejos de su fuente de alimentos, así como sobre las personas y sus fuentes de alimentos procedentes de lugares lejanos.
El asombro de mis estudiantes ante los misterios de las hormigas cortadoras de hojas y de muchos otros habitantes de la selva tropical era contagioso. Con frecuencia me sentía atraída por ese asombro, y mi ansiedad por el bienestar de ellos disminuyó un poco. Aunque yo, en principio, estaba cuidando de ellos, ellos también, sin darse cuenta, estaban cuidando de mí.
Me siento muy privilegiada de ser lingüista antropológica porque mi investigación sobre el lenguaje me brinda muchas oportunidades de conectarme con personas cuyas experiencias parecen ser muy diferentes a las mías. He tratado de comunicar mi propio entusiasmo por este Evangelio al señalar la importancia del asombro y al expresar el asombro que siento cuando me doy cuenta de que no importa cuán remotas sean las circunstancias, encuentro a otras personas que ofrecen compasión, ya sea que lo llamen “cuidar”, “velar por”, “nutrir” o “ministrar”. Les dejo mi testimonio de que el evangelio de Jesucristo es para todos nosotros, y lo digo con humildad en el nombre de Jesucristo. Amén.
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Notas
Janis B. Nuckolls, Profesora de Lingüística y Antropología Lingüística de la Universidad Brigham Young, dio este discurso el 2 de agosto de 2022.