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Nuestra relación por convenio con Dios: Una fuente de alivio

24 de octubre de 2023

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No tenemos que navegar solos por esta vida, y no estamos destinados a hacerlo. Podemos elegir hallar alivio al relacionarnos con el Señor por medio de nuestros convenios.


Tenemos la intención de modificar la traducción cuando sea necesario. Si tiene alguna sugerencia, escríbanos a speeches.spa@byu.edu

Mis queridos amigos y amigas, estoy agradecida de estar hoy aquí con ustedes. He estado pensando en ustedes y en las muchas exigencias que están equilibrando junto con su formación académica. Los felicito por sus esfuerzos, por ser bondadosos y por sus deseos justos. Nosotras, como presidencia, oramos por ustedes; los amamos. Lo que es más importante, sabemos que nuestro Padre Celestial y nuestro Salvador los aman. Ellos los ven y saben exactamente dónde están en su viaje aquí en esta tierra. Nunca hay una ocasión en la que ustedes no sean una prioridad en la mente y el corazón de Ellos. Nuestro amoroso Salvador ha declarado: “Te tengo grabada en las palmas de mis manos; tus muros están delante de mí continuamente1. Sus desafíos, intereses, preocupaciones y deseos están continuamente ante el Señor.

A menudo me encuentro meditando en las bendiciones y el poder que se encuentran en nuestra relación por convenio con Dios. Hoy he sentido el deseo de compartir con ustedes cinco ideas sobre el alivio que Jesucristo brinda a nuestras vidas por medio de nuestra relación por convenio con Dios.

Primero, hay alivio al asociarse con Dios. Nunca estamos solos.

Cada uno de ustedes tiene la oportunidad de asociarse con el Padre Celestial y el Salvador de maneras profundas y poderosas mediante su relación por convenio. Hay mucho alivio al saber que nunca están solos en sus pesares, desafíos, decisiones, inseguridades o debilidades. Dios, el Padre de nuestro espíritu, los ama. Y por medio de Su Hijo Amado, Jesucristo, y Su sacrificio expiatorio, todas las bendiciones que el Padre desea para ustedes están disponibles en esta relación por convenio.

Cuando recibimos las ordenanzas y los convenios tanto en el bautismo como en la confirmación, así como en Su santa casa, no hemos terminado de aprender acerca de los convenios y el poder del sacerdocio. No hemos terminado de aprender acerca del Señor y Sus caminos. No hemos terminado de aprender sobre quienes somos realmente.

Recibir las ordenanzas y los convenios del evangelio del Salvador es sólo el comienzo. No es un elemento transaccional en una lista de verificación, sino el comienzo de un hermoso vínculo por convenio2. El presidente Russell M. Nelson enseñó: “La senda de los convenios se trata ante todo de nuestra relación con Dios”3. Escuchen las palabras del profeta al describir esta relación por convenio y cómo Dios desea bendecirles:

Cuando hacemos un convenio con Dios, abandonamos el terreno neutral para siempre. Dios no abandonará Su relación con aquellos que han forjado tal vínculo con Él. De hecho, todos los que han hecho convenio con Dios tienen acceso a un tipo especial de amor y misericordia. En el idioma hebreo, ese amor del convenio se llama hesed (דסֶחֶ)… .

Debido a que Dios tiene hesed por quienes han hecho convenio con Él, los amará; seguirá obrando con ellos y ofreciéndoles oportunidades de cambiar; los perdonará cuando se arrepientan; y si se descarrían, los ayudará a encontrar el camino de regreso a Él.

Una vez que ustedes y yo hemos hecho un convenio con Dios, nuestra relación con Él se vuelve mucho más estrecha que antes del convenio. Ahora estamos ligados en unión. Debido a nuestro convenio con Dios, Él jamás cejará en Sus esfuerzos por ayudarnos, y nunca agotaremos Su misericordiosa paciencia para con nosotros. Cada uno de nosotros tiene un lugar especial en el corazón de Dios. Él tiene grandes esperanzas en cuanto a nosotros4.

¿Pueden sentir el amor de Dios por ustedes con estas palabras? Como una hermana que aún no se ha casado, esta relación por convenio amorosa y misericordiosa con mi Padre Celestial y el Salvador tiene un lugar poderoso en mi vida y ha sido y es mi mayor fuente de alivio y paz. Me brinda consuelo inefable, gozo divino y una seguridad profunda y perdurable de que soy amada como Su hija y que pertenezco a Su familia eterna. Sé que Él me conoce y me entiende completamente.

Independientemente de nuestro estado civil o antecedentes, el Señor desea que nos relacionemos con Él de una manera poderosa: [que] “seamos uno”5 con Él “en todos [nuestros] hechos”6. No tenemos que navegar solos por esta vida, y no estamos destinados a hacerlo. Podemos elegir hallar alivio al relacionarnos con el Señor por medio de nuestros convenios.

En la última conferencia general de abril, la presidenta Camille N. Johnson dijo:

Hermanos y hermanas, no puedo hacerlo sola, no tengo que hacerlo y no lo haré. Al optar por unirme a mi Salvador Jesucristo por medio de los convenios que he hecho con Dios, “[t]odo lo puedo en Cristo que me fortalece”7.

“Jesucristo es la figura central de [nuestros] convenios”8. Es solo por medio de Él y de Su sacrificio que podemos hacer convenios con Dios. Todas las cosas llegaron a ser posibles cuando el Salvador venció lo imposible. Él es “un Dios de milagros,”9 un Dios de amor. Y mi amor sigue creciendo por Él cada día.

Cuando sentimos Su amor y devolvemos ese amor al escogerlo a Él cada día, el evangelio se vuelve menos acerca de una lista de verificación y más acerca del amor y el deseo. Esto permite que las raíces reales del evangelio crezcan en cada uno de nosotros, trayéndonos alimento y gozo duraderos. “Ese amor del convenio”10 nos ayuda a perseverar cuando el deber o las listas de verificaciones no son lo suficiente.

He reflexionado sobre cuándo y en qué momento comencé verdaderamente a relacionarme con el Señor y a invitarlo agradecida e intencionalmente en mi vida diaria y en mi toma de decisiones. Fue más o menos cuando me fui de casa.

Justo después de cumplir diecisiete años, me mudé de Burley, Idaho, a San Francisco para ir a la escuela de arte. Me había graduado de la escuela secundaria temprano y tenía la determinación de dirigirme a la costa oeste para ir a la universidad y trabajar para Disney. Vivía con cincuenta jovencitas de todo el mundo en una gran mansión que se consideraba una vivienda para estudiantes. Había varias culturas y estilos de vida.

Después de unas semanas, las cosas se volvieron oscuras y necesitaba la luz del Salvador. Buscaba la seguridad de que alguien me conociera y de que no estaba flotando sola en este mundo. Mientras buscaba consuelo, busqué mis escrituras y se abrieron en el libro de Josué. Leí: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo dondequiera que vayas”11. Dondequiera que fuera, Él estaría conmigo. ¡Eso fue y todavía es un gran consuelo para mi alma!

Luego busqué La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en la guía telefónica (en ese entonces no había teléfonos celulares ni teléfonos inteligentes). Encontré dos direcciones. Uno de los edificios de la Iglesia estaba a tan solo unas cuadras de donde vivía. Al domingo siguiente, me puse mi vestido y mis zapatos para ir a la iglesia. Recuerdo que algunas compañeras de cuarto me preguntaron si iba a una fiesta.

“Es un tipo de fiesta diferente”, respondí. “Voy a la Iglesia”.

Algunas de esas chicas terminaron tomando las charlas misionales.

Caminé cuesta abajo hasta un pequeño edificio blanco de la Iglesia con palmeras afuera y entré en las puertas del vestíbulo. Escuché un conocido himno tocando suavemente: “Yo sé que vive mi Señor”12. Estaba en casa. Sabía que eso era lo que quería. Sabía que quería a mi Padre Celestial y Salvador en mi vida más que cualquier otra cosa. Y comencé a “[consultar] al Señor en todos [mis] hechos”13. Lo invité a participar en mi vida.

En las palabras de Abraham, “dije en mi corazón: Tu siervo te buscó diligentemente; ahora te he hallado”14. Hermanos y hermanas, Él siempre está listo para ser hallado. No me abandonó ni los abandonará a ustedes: “[Hemos concertado] un convenio con Dios”15.

El Señor me guió con amor y paciencia, pero no a dónde pensé que iría. De hecho, fui a Sacramento y luego al Colegio Universitario Ricks (ahora BYU–Idaho), ¡que era el último lugar al que quería ir! Y el primer lugar al que mi madre me había dicho que fuera. Me encantó. Luego vine a esta universidad. Y, curiosamente, en mi último año, conseguí una pasantía y un trabajo en una empresa que con el tiempo fue adquirida por Disney. Esta carrera llegó en una época en la que tuve a Cristo en el centro de mi vida. Debido a que mi relación con Dios estaba primero, esa oportunidad cayó en el momento más apropiado de mi vida.

Segundo, hay alivio al confiar en el Señor.

Muchas veces a lo largo de mi vida, no he sabido hacia dónde me dirigía ni cómo saldrían las cosas. Esto les puede sonar familiar. Con el paso de los años, las preocupaciones por lo desconocido se han vuelto secundarias en comparación con saber si el Señor estaba involucrado en ello o no. Siempre y cuando Él estuviera en la decisión de dónde estaba o a dónde iba, sabía que Él estaría a mi lado para fortalecerme, y “[consagrar mis] aflicciones para [mi] provecho”16 y mis esfuerzos “para el beneficio de [mi alma]”17.

Él hará lo mismo por ustedes. Al confiar su vida en Él, su amor por Él crecerá. Sé que Él les conoce a ustedes y que conoce sus caminos.

Recuerdo a José de Egipto, quien, cuando fue vendido a la esclavitud y luego echado en la cárcel, fue hecho próspero porque “Jehová estaba con José”18. Pueden estar en circunstancias difíciles tal como le ocurrió a José, y si el Señor está con ustedes, tendrán Su ayuda y prosperarán en las formas que necesiten. Así que, mis amigos, permanezcan un poco más en lo que es difícil; permanezcan allí un poco más. Apóyense en el Señor. Él les confía estas experiencias y crecimiento, y no tienen que hacerlo solos. Él les ayudará. Mis hermanas y hermanos, Él cree sinceramente en ustedes. Y cuando estos desafíos llegan, a menudo es el momento para que vean lo que Él ya ve en ustedes. Obtendrán una comprensión más profunda de Su gran amor por ustedes.

Cuando entreguen lo desconocido, el dolor, las complejidades, la injusticia, las relaciones difíciles y los siguientes pasos de su vida a Su cuidado, Él caminará a su lado. Y mediante la fe que tengan y el amoroso sacrificio al que se sometan, Él los guiará y convertirá sus piedras de tropiezo en peldaños y transformará sus vidas en gloria en lugar de ceniza19. En Alma leemos:

Porque Dios es poderoso para cumplir todas sus palabras.

Porque él cumplirá todas las promesas que te haga20.

Todas las bendiciones de la misericordiosa Expiación de Jesucristo se prometen mediante la relación que tengan por convenio con Dios. ¡Acepten Sus deseos de bendecirles! Inviertan en esa relación, esfuércense por guardar sus convenios, procuren arrepentirse con frecuencia, pasen tiempo con el Señor, aprendan de Él y ámenlo con todo su corazón. No hay mayor búsqueda ni nada más gratificante ni significativo que “te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”21.

Tercero, podemos encontrar el alivio del Salvador al llevar Su alivio a los demás.

La Madre Teresa de Calcuta a menudo decía que el mayor sufrimiento es sentirse solo, no deseado y sin amor22.

Puedes encontrar el alivio del Salvador al sentirte solo y no amado cuando brindas Su alivio a los demás. En ocasiones en las que me he sentido desalentada o he necesitado ayuda (lo cual es a menudo), he sentido que debo ir y centrarme en las necesidades de otra persona. El hacerlo ha traído las bendiciones que no sabía que necesitaba.

En ese sentido, la ministración ha sido una bendición constante en mi vida. Estoy eternamente agradecida por esta bendición y responsabilidad del convenio. Cada vez que he hecho un esfuerzo por orar y amar a aquellos a quienes ministro, he sido bendecida profundamente y me siento cambiada. No ha sido fácil. La vida es muy ocupada, y a veces no siento que tengo la suficiente fuerza. Pero si escojo tratar de brindar el alivio del Salvador a los demás, Él siempre me ayuda a hacerlo. A cambio, Él me proporciona mi propio alivio. Él hará lo mismo por ustedes. Lo he visto una y otra vez y puedo testificar que esta es la manera amorosa del Señor: un modelo divino de cuidarse los unos a los otros.

Como he mencionado, muchas veces el alivio que necesitamos se da por medio de los que nos rodean. Sin embargo, no siempre se ve como pensamos que debería ser. Al ofrecer nuestras oraciones en busca de ayuda, también debemos estar abiertos a la forma en que Él está tratando de contestar esas oraciones.

Una noche estaba tratando de preparar un discurso como este, y tenía que entregarlo pronto. Pero nada se me venía a la mente. Había orado pidiendo Su ayuda, pero sentía como si estuviera luchando contra algo.

Justo cuando me sentía frustrada, mi hermana ministrante me mandó un mensaje de texto diciendo: “¿Puedo pasar por tu casa ahora?”.

Pensé: “Este no es el momento”.

Pero entonces me vino a la mente otro pensamiento: “Éste es el momento. Deja que venga”.

Levanté la bandera blanca y renuncié a mi mentalidad centrada de lo que pensaba que tenía que hacer y la invité a pasar.

Ella vino y tuvimos una conversación muy sencilla pero reconfortante y sincera mientras estábamos sentadas en la entrada de mi casa. El Espíritu se derramó en nuestros corazones. Me sentí renovada. Sentí Su paz, amor y alivio. Eso era lo que realmente necesitaba, ¿verdad? Él quería calmar mi corazón y, en esencia, tener una conversación conmigo. Él quería que yo me sintiera en paz, que me sintiera presente, que sintiera gratitud y que no me preocupara.

El Señor estaba tratando de contestar mi oración enviando a esa hermana inspirada a visitarme. Eso fue, en cierto modo, una visita de Él, cuando Su Espíritu sanó mi corazón. Con ese alivio pude recibir y escribir el discurso que se necesitaba.

A menudo pensamos en la verdadera labor humanitaria como enviar mantas a un país extranjero o viajar para ofrecer ayuda en desastres naturales. Y esas son causas muy nobles. Pero como ha dicho la presidenta Johnson: “Quizás la mejor ayuda humanitaria sean cruzar la cerca o cruzar la calle”23.

Cuarto, podemos encontrar el alivio del Salvador en nuestras relaciones personales.

Un hombre que conocí mientras estaba en el sur de California me dijo que no siempre tenía una gran relación con su Padre Celestial y Salvador, pero una vez que comenzó a mejorar su relación con Dios, todas las relaciones de su vida fueron elevadas. En su familia, en el trabajo, en la Iglesia, todo era mejor.

Cuando desarrollamos nuestra relación por convenio con Dios, todas nuestras otras relaciones se elevan. Al guardar nuestros convenios con todo nuestro corazón y adorar en la Casa del Señor, recibimos fortaleza y poder para navegar y nutrir nuestras relaciones con mayor revelación personal, paz24 y ayuda divina. Hacer la obra del templo y de historia familiar es una manera poderosa de brindar sanación y ayuda a nuestras relaciones familiares. El élder Dale G. Renlund ha enseñado: “Cuando se llevan a cabo ordenanzas a favor de personas fallecidas, los hijos de Dios sobre la Tierra son sanados”25.

Durante el primer año de la pandemia del COVID-19, llegué a conocer y buscar al Señor de maneras más significativas, incluso por medio de la historia familiar. Recuerdo que durante ese tiempo, el Espíritu me instó a ir y visitar a mi padre en Idaho. No lo había visto por un par de años, y la última vez que nos vimos, nos habíamos ido en malos términos. La impresión era ir al día siguiente. Estaba indecisa, porque sabía que esto probablemente abriría la posibilidad de sentirme herida, frustrada, enojada y otras cosas que no sentía que tenía la capacidad de manejar en ese momento. Pero la impresión fue clara, así que le mandé un mensaje a mi padre y le dije que iba a ir a visitarlo.

Manejé durante varias horas la mañana siguiente. Era domingo, y en ese entonces se estaba administrando la Santa Cena desde casa, así que planeé tomar la Santa Cena mientras estuviera allí. Recuerdo estacionarme frente a la casa de mi papá. Salió rápidamente y me dio un abrazo, lo cual me tomó un poco por sorpresa. Luego me senté en silencio en su humilde hogar mientras preparaba el pan y el agua de la Santa Cena. Más o menos cantamos un himno y luego se arrodilló y ofreció las oraciones.

Recuerdo bien el momento: una persona imperfecta, que estaba intentándolo, se arrodillaba y bendecía los emblemas del cuerpo y la sangre del Salvador. Y yo, otra persona imperfecta que estaba intentándolo, estaba participando de los sagrados emblemas que se ofrecían. Ambos procurando arrepentirse, perdonar y recibir sanación. Renovando y haciendo nuevos26 convenios con Dios.

Después de la Santa Cena, estudiamos las Escrituras de esa semana sobre Alma, hijo, y su cambio de corazón27. Entonces, después de cenar y caminar brevemente con mi papá, conduje en silencio a mi casa. No había dicho mucho durante aquella visita; me sentí como una observadora mientras el Espíritu interpretaba lo que estaba viendo y sintiendo.

Esa experiencia fue un pequeño paso, un pequeño cambio en mí, que condujo a una serie de otros cambios en mi vida y en esa relación. Las cosas aún no son perfectas, pero no creo que al Señor le preocupe tanto eso como el estado de nuestros corazones, si lo estamos buscando y si lo estamos intentando. Puedo sentir que el Señor cuida de mi familia y nos ayuda paso a paso.

Testifico que Dios ama a las familias. Él desea sanarlos y bendecirlos, para ayudarlos a crecer. A medida que se acerquen más a Dios en su relación por convenio, sentirán esos pequeños o grandes susurros del Espíritu para ajustar algo en sus relaciones y hacer las cosas de tal manera que traigan Sus bendiciones a su familia y a otras relaciones, tanto aquí en la tierra como a las del otro lado del velo.

Quinto, nuestra relación por convenio con Dios puede ser una fuente de alivio.

Cuando el Salvador enseñó y ministró a la mujer del pozo, describió un pozo de agua que brotaba dentro de cada uno de nosotros.

Jesús le pidió de beber a la mujer agobiada y le dijo que si hubiera sabido quién era Él, ella le habría pedido de beber y Él le habría dado agua viva.

La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva?

¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, y sus hijos y sus ganados … ?

Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua volverá a tener sed;

mas el que bebiere del agua que yo le daré no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que brote para vida eterna 28.

Nuestro Padre Celestial y Salvador desean darles una abundancia de bendiciones —un pozo personal de agua viva— por medio de sus convenios. Los convenios liberan el poder del sacerdocio, lo cual libera las bendiciones de la Expiación del Salvador.

El presidente Nelson enseñó: “Cada persona que hace convenios en las pilas bautismales y en los templos, y los guarda, tiene un mayor acceso al poder de Jesucristo. ¡Reflexionen sobre esta asombrosa verdad!”29.

Ese poder expande los recursos y las capacidades que hay dentro de ustedes como una fuente de agua viva que les permite navegar y hacer frente a los desafíos de la vida, e incluso los ayuda a recibir gozo en medio de las dificultades. Ese poder se manifiesta mediante la compañía de Su Espíritu30.

Mientras reflexionaba sobre esta fuente personal que llevamos dentro, pensé en algo que he visto en muchos viajes de senderismo que hice por el sur de Utah. Este verano hice una caminata con mis hermanas a través de una zona remota de Canyonlands. Es una zona impresionante y tranquila con cañones, praderas y peñascos. A lo largo de esta hermosa y un tanto desafiante caminata de 20 kilómetros, me sentí particularmente atraída hacia el propósito y la función de la oscura y accidentada costra que se formaba a lo largo de los senderos. A esto se le llama costra biológica31. Y para maravilla de mis compañeros de caminata, pasé una buena cantidad de tiempo tomando fotos de este suelo tan fascinante.

Al leer acerca de la costra biológica del suelo y cómo se forma, descubrí que en la tierra hay cianobacterias que están inactivas cuando está seco. Cuando está mojada, las bacterias se mueven a través de la tierra y dejan atrás fibras pegajosas que forman una red que une las partículas del suelo. Esto crea una capa gruesa de costra en el suelo. La corteza controla la erosión para que los sedimentos no sean arrastrados por la lluvia o el viento. Es por eso que esta zona no está cubierta de dunas de arena suelta.

Esta capa de costra también actúa como una esponja, absorbiendo y almacenando agua para que las plantas puedan aprovecharla y así sobrevivir a las condiciones secas y calurosas. Con el tiempo, otros organismos crecen también en el suelo, y juntos crean una corteza viva continua que sustenta la vida del desierto. ¡Esta costra viva, aparentemente simple y sin pretensiones, proporciona formas poderosas de sostener la vida en un lugar donde no debería haber vida! Sin embargo, sostiene plantas, vida silvestre e incluso a personas. ¡Qué creación tan increíble!

La costra, aunque poderosa en su capacidad para sostener la vida, también es muy delicada y puede morir fácilmente tras ser aplastada por un paso humano. La costra de suelo requiere tiempo para desarrollarse, y una costra madura puede tomar cincuenta años para fortalecerse32.

Así como esta constante costra viviente sostiene la vida y brinda alivio, nuestra relación por convenio con Dios crea un ecosistema personal que puede nutrirnos a nosotros y a quienes nos rodean en medio de los desiertos áridos de nuestras vidas.

¿Cómo es eso posible? Por medio de las aguas vivas de Jesucristo, Su Expiación. Al guardar nuestros convenios con Dios, recibimos Su poder del sacerdocio —el poder de Su Expiación— que expande nuestras capacidades como una fuente sin fin de agua. Recibimos mayor capacidad para resolver problemas, mayor capacidad para sentir y confiar en el amor y la validación divina, mayor capacidad para resistir el pecado, mayor capacidad para recibir paz y gozo, mayor fortaleza para perseverar, mayor capacidad para arrepentirnos y crecer, mayor capacidad para tener paciencia y mayor capacidad para recibir guía y protección.

Tu vínculo por convenio con Dios crecerá y aumentará tal como lo hace la costra de suelo viva año tras año; requiere tiempo para desarrollarse. Bendecirá a los demás porque eso es lo que hace el amor de Dios y la Expiación del Salvador. Dan vida y crecimiento a un mundo tenue y moribundo. Traen gozo y esperanza a un corazón deprimido.

Soy testigo de esto en mi propia vida. A medida que mi relación por convenio se fortalece, también crece mi capacidad de amar a Dios con todo mi corazón y de hacer Su voluntad.

Esta relación es tanto sustentadora como autosuficiente. Así como la costra del suelo crece constantemente a pesar de las condiciones severas, tu relación con Dios puede desarrollarse de manera constante a pesar de las severas condiciones mundanas en las que vivimos. En tu relación por convenio encontrarás alivio de las expectativas y la validación del mundo. A medida que tu relación con Dios se desarrolle y crezca, también lo hace tu ecosistema espiritual, y tu costra de suelo se hará más fuerte y se volverá resistente a los efectos erosivos del mundo. No serán desechados por todo viento de tentación ni arrastrados por las tendencias sociales. Tampoco se quedarán sin agua y nutrición durante los períodos calurosos y secos de adversidad que vendrán a su vida.

En sus relaciones protectoras por convenio con Dios, Él les ayudará a arrepentirse, a resistir la tentación y a crear santuarios sustentadores en sus vidas, donde se nutre la paz, el perdón, la sanación, la seguridad y el crecimiento.

Dios nos hace prosperar en nuestros desiertos. Con Dios podemos prosperar en el desierto; sin Dios, aun en una tierra fértil, eventualmente no prosperaremos.

Es interesante que Dios nos muestra muchas veces a lo largo de las escrituras un pueblo siendo guiado y sostenido en tierras estériles, desiertos y páramos: Abraham y Sara, Moisés y los hijos de Israel, Nefi y Lehi con sus familias viajando por el desierto, los primeros Santos viajando hacia el oeste a este desierto en el que ahora vivimos.

¿Por qué el contraste de la vida en una tierra estéril? Creo que el Señor desea mostrarnos que es por Su poder y Su amor por nosotros que podemos tener una vida tanto espiritual como temporal, incluso en las circunstancias más difíciles. Él desea que ejerzamos nuestra fe en Él, que crezcamos y recibamos un gozo mayor. Se trata menos de nuestras circunstancias y más de nuestra relación por convenio con Dios. La verdadera estabilidad proviene de la fe en nuestro Salvador Jesucristo. Él es nuestro Sustentador y Consolador definitivo.

Para concluir, me gustaría compartir lo que nuestro profeta ha dicho:

Si ustedes y yo vamos a resistir los peligros y las presiones venideras, es imprescindible que cada uno de nosotros tenga un firme cimiento espiritual edificado sobre la roca de nuestro Redentor, Jesucristo. …

El templo es el núcleo del fortalecimiento de nuestra fe y fortaleza espiritual porque el Salvador y Su doctrina son la esencia misma del templo. … Sus ordenanzas esenciales nos unen a Él mediante convenios sagrados del sacerdocio. Luego, al guardar nuestros convenios, Él nos inviste de Su poder sanador y fortalecedor. Y cuánto necesitaremos Su poder en los días venideros33.

Me encanta ir a la Casa del Señor para recibir alivio del mundo.

Los invito a ir tan a menudo como puedan a Su santa casa para aprender de Él, recibir Su amor y estar armados con Su poder del sacerdocio34. Continuarán llegando momentos en los que necesitaremos ejercer mayor fe en el Salvador. Y podemos prepararnos al escogerlo hoy, incluso en las cosas pequeñas, al guardar nuestros convenios y al brindar Su alivio a los demás.

Si aún no han recibido las bendiciones de la Casa del Señor, los invito a estudiar acerca de las bendiciones de los convenios del templo y del poder del sacerdocio, y lo que Dios desea para ustedes. ¡Esas bendiciones fueron guardadas para ustedes! Dios desea que todos Sus hijos, cada uno de ellos, “disfruten de las bendiciones de Su convenio”35 y regresen a su presencia. No esperen36 años para recibir Su amoroso alivio, poder y ayuda.

El presidente Nelson ha dicho:

Si pudiera hablar con cada hombre y cada mujer que anhelan el matrimonio, pero que aún no han encontrado a su eterno compañero o compañera, los instaría a que no esperen a casarse para recibir la investidura en la Casa del Señor. Empiecen ahora a aprender y a experimentar lo que significa estar armado con el poder del sacerdocio.

Y a cada uno de ustedes que han hecho convenios en el templo, les ruego que —de manera devota y constante— procuren comprender los convenios y las ordenanzas del templo. Se abrirán puertas espirituales; aprenderán a separar el velo entre el cielo y la tierra, a pedir a los ángeles de Dios que estén con ustedes y la mejor forma de recibir guía de los cielos37.

¡Qué poderosas bendiciones nos esperan! Nuestro Padre Celestial desea bendecirles, hermanos y hermanas. Él los ama y desea su felicidad y paz. Él desea bendecirles por medio de sus convenios. Las bendiciones de una relación por convenio son de ustedes al escoger a Jesucristo y Su alivio inquebrantable.

Testifico que Jesucristo vive. Él es el Hijo Unigénito del Padre. Vino a esta tierra, sufrió un dolor y una angustia inimaginables, murió por ustedes y por mí, para que por medio de Él pudiéramos ser redimidos y verdaderamente liberados si nos arrepentimos. Los convenios y las ordenanzas de Su evangelio han sido restaurados sobre la tierra. Sé que nuestro Padre Celestial los ama y el Salvador y Redentor del mundo está listo para bendecirlos. Testifico de estas cosas en el nombre de Jesucristo. Amén.

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Notas

  1. Isaías 49:161 Nefi 21:16; énfasis agregado.
  2. Véase Dale G. Renlund, «Cómo acceder al poder de Dios a través de los convenios», Liahona, mayo de 2023.
  3. Russell M. Nelson, «El convenio sempiterno», Liahona, octubre de 2022.
  4. Nelson, «El convenio sempiterno».
  5. 3 Nefi 19:23.
  6. Alma 37:37.
  7. Camille N. Johnson, «Jesucristo es [nuestro] socorro», Liahona, mayo de 2023; citando Filipenses 4:13.
  8. Nelson, «El convenio sempiterno»; énfasis en el original.
  9. Mormón 9:11; véase también 11–21.
  10. Nelson, «El convenio sempiterno».
  11. Josué 1:9.
  12. Véase “Yo sé que vive mi Señor,” (Himnos, No 73).
  13. Alma 37:37.
  14. Abraham 2:12; véase también versículos 8–12.
  15. Nelson, «El convenio sempiterno».
  16. 2 Nefi 2:2.
  17. 2 Nefi 32:9.
  18. Génesis 39:2; véase también versículos 1–3.
  19. Véase Isaías 61:3; véase también Kristin M. Yee, «Gloria en lugar de ceniza: El camino sanador del perdón,” Liahona, noviembre de 2022.
  20. Alma 37:16.
  21. Juan 17:3.
  22. Véase The Letters, 2014, una película biográfica sobre la madre Teresa.
  23. Camille N. Johnson, BYU Women’s Conference evening address, 3 May 2023.
  24. Véase Russell M. Nelson, “First Presidency Message: As We Go Forward Together,”Ensign,April 2018.
  25. Dale G. Renlund, «La obra del templo y de historia familiar: Sellamiento y sanación, Liahona, mayo de 2018.
  26. En una nota final de su discurso en la Conferencia General de octubre de 2019, el élder Dale G. Renlund compartió lo siguiente:

En el seminario para líderes de misión en junio de 2019, después de participar de la Santa Cena, antes de comenzar su mensaje formal, el presidente Russell M. Nelson dijo: “Me ha acudido a la mente la idea de que el convenio que he hecho hoy es mucho más importante que el mensaje que he preparado. Al participar de la Santa Cena, he hecho el convenio de que estoy dispuesto a tomar sobre mí el nombre de Jesucristo y que estoy dispuesto a obedecer Sus mandamientos. Oigo con frecuencia la expresión de que participamos de la Santa Cena para renovar los convenios que hicimos al bautizarnos. Si bien eso es cierto, es mucho más que eso. He hecho un convenio nuevo. Ustedes han hecho convenio nuevo. . . . Y, a cambio, [el Señor] declara que siempre tendremos Su Espíritu con nosotros. ¡Qué bendición!” [Nota final 18 de Renlund, «Un compromiso inquebrantable con Jesucristo» , Liahona, noviembre de 2019; véase también Nelson, citado en David A. Bednar, «Para que siempre nos acordemos de Él,» Liahona, junio de 2023]

  1. Véase Mosíah 27; véase también Alma 36.
  2. Juan 4:11–14; véase también versículos 5–10.
  3. Russell M. Nelson, «Vencer al mundo y hallar descanso», Liahona, noviembre de 2022.
  4. Véase D. Todd Christofferson, «El poder de los convenios», Liahona, mayo de 2009.
  5. Véase «Biological Soil Crust of Southeast Utah», U.S. National Park Service, nps.gov/articles/seug-soil-crust.htm.
  6. Véase «Biological Soil Crust of Southeast Utah».
  7. Russell M. Nelson, «El templo y el cimiento espiritual de ustedes», Liahona, noviembre de 2021; énfasis en el original.
  8. 17. 1 Nefi 14:14.
  9. Nelson, «El convenio sempiterno».
  10. Véase «Decidir en qué momento recibir la investidura», Manual General: Servir en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, agosto de 2022 (Salt Lake City: Iglesia de Jesucristo, 2022, 27.2.2 (pág. 230).
  11. Nelson, «El templo y el cimiento espiritual de ustedes»; énfasis agregado.
Kristin M. Yee

Kristin M. Yee, segunda consejera de la presidencia general de la Sociedad de Socorro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, pronunció este discurso el 24 de octubre de 2023.